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Dolores Padilla-Racero
Universidad de Málaga
España
Vol. Extr., núm. 14 (2015) - XIII CIG-PP, XIII Congreso Internacional G-P de Psicopedagogía. Área 14: TRANSICIONES Y DESARROLLO A LO LARGO DE LA VIDA, Páginas 015-018
DOI: https://doi.org/10.17979/reipe.2015.0.14.289
Recibido: abr. 29, 2015 Aceptado: ago. 19, 2015 Publicado: dic. 11, 2015
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Resumen

La toma de declaración de los menores en los procedimientos judiciales puede hacerla el juez directamente o a través de los profesionales que auxilian a éste. El valor que se le va a dar a estas declaraciones o testimonios de los menores, va a depender de la concepción o idea de la credibilidad del menor que se tenga. Frente a quienes como Gardner creen que las declaraciones de los menores son producto de la fantasía o mentira, otros autores como Clemente y Padilla demuestran mediante un estudio, que los menores no mienten y por tanto, su testimonio debe ser creído y tenido debidamente en cuenta. Habiéndose probado ya que los menores tienden a decir la verdad, se va a analizar si el sexo es una variable mediadora en la veracidad de sus testimonios. Nuestra hipótesis es que el sexo no influye en la veracidad del testimonio de los menores. Se realiza un estudio con 295 menores de ambos sexos y de edades comprendidas entre 6 y 11 años. Se les divide en dos grupos: uno de ellos va a presenciar una agresión verbal simulada y el otro una situación normalizada sin agresión. Ambos grupos van a ser preguntados sobre la escena que han presenciado. Posteriormente, se les va a intentar manipular a ambos grupos facilitándoles cuatro posibles bloques de información: la persona actora de la agresión en un futuro va a ser o no su profesor o profesora y ésta es una buena o mala persona. Finalmente, todos los grupos vuelven a ser preguntados por segunda vez sobre lo que han visto. Los resultados obtenidos muestran muy a las claras que el sexo no influye en el testimonio de los menores, de hecho se obtienen idénticos índices de veracidad y de mentira tanto cuando presencian la agresión como cuando no lo hacen. Sin embargo, el hecho de presenciar o no la agresión sí que es altamente significativo en la veracidad o no del testimonio de los menores: cuando la presencian prácticamente todos dicen la verdad y cuando no, el índice de veracidad baja ostensiblemente. Otro dato muy reseñable es que cuando se les intenta manipular a los varones y a las mujeres con variables de presión e imagen, el testimonio de los menores no varía significativamente. Por lo tanto los menores, tanto varones como mujeres, no cambian su versión de los hechos cuando se les intenta manipular, no importándoles su posible futura relación de subordinación o no, con respecto a la persona actora de los hechos de la agresión verbal ni la imagen que de ésta se les proyecta. A la vista de estos datos, se concluye que tanto los varones como las mujeres menores de edad, independientemente del sexo, vierten testimonios veraces cuando son preguntados sobre un hecho que han presenciado y dichos testimonios veraces no se ven alterados por intentos de manipulación por parte de una tercera persona.

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